Hidrogeología del Valle del Guadiamar y zonas colindantesfuncionamiento del sistema acuífero

  1. Bolzicco, J.
  2. Jaén, M.
  3. Bernet, O.
  4. Mantecón, R.
  5. Ayora Ibáñez, Carlos
  6. Manzano Arellano, Marisol
  7. Gómez González, Paloma
  8. Carrera Ramírez, Jesús
  9. Cerón García, Juan Carlos
  10. Fernández, I.
Revista:
Boletín geológico y minero

ISSN: 0366-0176

Año de publicación: 2001

Volumen: 112

Número: 1

Páginas: 69-92

Tipo: Artículo

Otras publicaciones en: Boletín geológico y minero

Resumen

Entre mayo de 1998 y la actualidad se ha realizado diversos trabajos hidrogeológicos para caracterizar el funcionamiento de los acuíferos afectados por el vertido de Aznalcóllar de abril de 1998. Entre ellos destaca la perforación de 44 sondeos de gran diámetro; un estudio geológico detallado de los aluviales de los ríos Agrio y Guadiamar y de la conexión de éste con los materiales de Almonte-Marismas (ver Capítulo 3); un buen número de ensayos de bombeo en los nuevos sondeos y de trazadores en 6 de los mismos, además de la re-interpretación de los ensayos de bombeo realizados por el IRYDA para el estudio del Plan Regable Almonte-Marismas; varias campañas piezométricas; varios muestreos hidroquímicos en unos 120 puntos y diversos modelos numéricos de flujo de agua subterránea (en el Capítulo 9 se presentan 4 de ellos). Como resultado de estos trabajos, el modelo conceptual de funcionamiento del acuífero aluvial que se ha propuesto es el siguiente: el acuífero drena las formaciones adyacentes entre la balsa accidentada y comienzo de la marisma. A partir de aquí y hacia el S, el aluvial alimenta los sedimentos del acuífero Almonte-Marismas, cuyos niveles piezométricos están por debajo del nivel freático del aluvial debido a las intensas extracciones para regadío localizadas en el Sector I y Sector Marismas del Plan Regable Almonte-Marismas. El flujo principal de agua subterránea es paralelo al valle, de sentido N a S y se concentra en la parte inferior (paleocauce) del acuífero, mientras que en la parte superior el flujo es más oblicuo al río. El acuífero aluvial se recarga aproximadamente en un 50 % por la infiltración de la lluvia (entre 100 y 150 mm/año) y otro tanto por las entradas laterales (flujo superficial y subterráneo) a lo largo del contacto con las formaciones adyacentes (Margas Azules, Arenas Basales y Limos Basales). En el valle del Agrio y parte intermedia del Guadiamar alrededor de un 90 % de la descarga tiene lugar al río y el resto es principalmente flujo subterráneo hacia el S. En la zona de conexión del aluvial con el acuífero Almonte-Marismas, en ausencia de bombeos el 100 % de la descarga es por transferencia lateral hacia las formaciones de este último acuífero, mientras que si hay bombeos (valores actuales) la transferencia a Almonte-Marismas se reduce al 40 % de la descarga total. La composición química del agua subterránea del aluvial no afectada por el vertido varía de N a S: entre la mina y la autopista las aguas son sulfatadas-cálcicas, entre este punto y el Vado del Quema son mayoritariamente bicarbonatadas-cálcicas y entre el Quema y la marisma son crecientemente cloruradas-sódicas. Esto se debe a la contribución relativa de la recarga superficial frente a la lateral, a la presencia de partículas de sulfuros entre los sedimentos aluviales y a la presencia de agua salina en los poros de los sedimentos de marisma. Los sulfuros, que pueden haberse depositado en medio acuoso o por vía atmosférica y con anterioridad al vertido de 1998, son fácilmente oxidables en la superficie del terreno y en la zona no saturada del acuífero durante la infiltración del agua de lluvia y riego. Los aportes laterales de las formaciones adyacentes son bicarbonatados-cálcicos por equilibrio con los minerales carbonatados presentes en las mismas. En el Capítulo 6 se expone las modificaciones observadas en la calidad del agua subterránea a consecuencia del vertido de abril de 1998.