La tradición innovada. Sobre transformaciones en arquitectura

  1. Domingo Santos, Juan
Dirigida por:
  1. Alberto Campo Baeza Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Granada

Fecha de defensa: 14 de abril de 2005

Tribunal:
  1. Juan Luis Trillo de Leyva Presidente/a
  2. Miguel Ángel Graciani Rodríguez Secretario/a
  3. Joaquín Casado de Amezúa Vázquez Vocal
  4. Ignacio Vicens Hualde Vocal
  5. Juan Antonio Calatrava Escobar Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 186303 DIALNET

Resumen

Esta tesis investiga sobre la tradición como un concepto abierto a las ideas a lo largo de la historia, y tiene por finalidad recopilar una serie de experiencias asociadas a la arquitectura y a las artes en general con el fin de ampliar la idea que habitualmente se tiene de ella: un concepto generalmente abordado de manera limitada y constreñido por valoraciones erróneas. El trabajo pretende abrir una mirada más relajada sobre la tradición, entendiendo que hace referencia a un mundo más abierto y activo que no debe confundirse exclusivamente con figuras de la memoria. Uno de los mayores logros de Occidente ha sido saber interpretar la tradición como un proceso en transformación en el que el progreso interviene activamente. Esta dinámica transformadora ofrece la posibilidad de imaginar, interpretar y ampliar la tradición en el tiempo. Respetemos el concepto de tradición en el sentido de que no habla de conservar ni de destruir, sino de mantener un espíritu, una manera de ser en las cosas; la tradición no es carga ni conocimiento, es luz; no es el pasado, sino el presente y el futuro y ha dejado de ser nostalgia para incorporarse de manera activa a nuestras vidas. Por esta razón esta tesis no es una labor de reflexión pasiva, está hecha de acciones intuitivas sobre asuntos vinculados a la tradición y promueve actos creativos que aseguren su continuidad en el tiempo. Trata de argumentos materializados a través de la palabra mediante textos y reflexiones en forma de objetos, imágenes y creaciones plásticas afines a lo arquitectónico. Todos los argumentos empleados son estímulos que alimentan de una u otra manera el sentido de la tradición y están tratados además como acciones creativas. La tesis está hecha por tanto de palabras y de acciones, en todos los casos planteados como investigaciones sobre una idea ampliada de tradición. Quiero comentar también que los argumentos que aquí se exponen no tienen una única trayectoria, quedando abiertos a procesos asociados a la experimentación, y ponen de manifiesto la necesidad de imaginar la tradición constantemente para mantenerla viva. En la investigación la tradición está abordada de manera genérica y amplia a través de incursiones en el mundo de la arquitectura, el arte, la música y la ciencia, lugares comunes de la creación y de la inteligencia humana en los que la revisión a ciertos conceptos tradicionalmente asumidos ha propiciado la innovación de la propia tradición. El trabajo supone una revisión a conceptos como la originalidad, el original, la noción de progreso o regresión, inevitablemente asociados a la tradición, y se describen también una serie de acontecimientos de la historia desde diferentes campos de la actividad creadora (música, arte, arquitectura y ciencia), que podríamos definir como "innovadoras". El paseo por estos momentos estelares no tiene planteamientos historiográficos, son sólo apuntes de actos creativos en los que la tradición aparece de fondo y ha sido motivo de investigación ampliando su contenido. Cada apunte es un episodio de la historia en el que la tradición ha sido visitada con renovados argumentos y ofrecen, además, la posibilidad de conectar con temas más profundos a partir de asuntos cotidianos de nuestro entorno. En todos los casos la tradición está tratada como un concepto antropológico que afecta a todo lo que envuelve al hombre y al conocimiento, como un campo de exploración abierto a la imaginación . Esta tesis no agota el concepto de tradición, su pretensión no es aclarar, explicar o acotar su significado, deshacer malentendidos e interpretaciones varias, es un relato de experiencias provocadas con la intención de ampliar el concepto de tradición desde una visión más abierta. Se trata de una serie de reflexiones y argumentos arquitectónicos de distinta índole en los que la tradición aparece siempre de fondo como ejercicio de imaginación asociado a campos de diversa naturaleza. Son fragmentos ordenados de ideas y actividades realizadas sobre lo patrimonial extendido a todo cuanto nos rodea, una cantera de ideas abiertas y de acción permanente. Los continuos enfrentamientos y discusiones en torno al significado de la tradición han puesto en evidencia el mal uso que se hace del término, generalmente utilizado de un modo bastante confuso y con muy poca precisión. Es frecuente el equívoco que se comete al asociar la tradición con el pasado, imposible de vincular a las vanguardias y a términos como innovación, progreso y originalidad, que se suponen ajenos a la tradición y a todo cuanto la rodea. Desgraciadamente esta forma de pensar muy extendida tranquiliza a una sociedad que encuentra un modo fácil de reconocer su pasado mediante la repetición sistemática de estereotipos sin importar qué, cómo y dónde. Los acontecimientos muestran lo insólito de una situación empeñada en congelar el pasado a fin de no perderlo, desdeñando cualquier visión creativa del presente. El miedo a borrar un tiempo anterior se ha apoderado de nosotros hasta alcanzar situaciones dramáticas favoreciendo la falsificación, y es que a base de pensar el pasado de esta manera estamos llegando a desvirtuarlo y a perder su sentido histórico. Como se puede deducir hay un error en esta apreciación ya que el tiempo existe para que sucedan las cosas, toma sentido en el acontecimiento, lo que implica necesariamente su transformación. Esta tesis muestra que la tradición puede estar en la vanguardia de las ideas y no en manos de conservadores y especialistas que acaban por apoderarse de ella, reduciéndola a un problema documental y de erudición. La vanguardia tiene necesidad de referirse al pasado, pero las cosas no son iconos inmóviles a los que adorar ni relicarios inexpugnables. No puede ser que el pasado nos conduzca a una lectura dañina de la modernidad, nos han enseñado a vivir la tradición como una carga, pero nunca a imaginarla como placer, a disfrutarla como algo vivo. Para quien se enfrente creativamente a ella volver sobre estas cuestiones supone liberar la tradición de sus falsas ataduras, ampliándola y prolongándola en el tiempo. Con la intención de deshacer confusiones, se ha indagado en estas páginas por algunos episodios de la cultura donde la tradición se construye con materiales diversos y no de una única naturaleza, mostrando lo equivocado de las creencias que identifican el tándem tradición/pasado con un camino estable y sin sobresaltos. En realidad, todo acto creativo que se ha enfrentado a la tradición ha provocado resultados enriquecedores, aún a pesar de las dificultades y de las incomprensiones. Lo realmente paradójico es que movimientos aparentemente extraños y fuera de lugar se han convertido con el tiempo en encrucijadas de una nueva tradición. Las regresiones y los anacronismos ofrecen reacciones no habituales que pueden dar una lectura sorprendente y más rica de la tradición, mientras que las líneas de conducta previsibles, por el contrario, suelen acabar en un pozo sin fondo, olvidadas por rutinarias. Los caminos de la tradición son múltiples y no hay fórmulas preconcebidas, lo convencional puede en cualquier momento pasar a ser una provocación y por la misma razón, la provocación acabar en un convencionalismo. Es curioso que lo que se considera revolucionario en su momento, lo que no se acepta por carecer de tradición, pueda convertirse más tarde en el modo de contar ese tiempo, lo que precisamente mejor lo ilustra. La obra Las señoritas de Avignon de Picasso, por ejemplo, tan revolucionaria cuando fue pintada, forma parte ahora de una estética asumida por la cultura popular. Éste como otros momentos estelares han supuesto un cambio profundo en la historia y son encrucijadas frente al pasado; sus protagonistas son justa o injustamente tratados como representantes del sentir de una época y desde esta óptica han de ser vistas sus obras. ¿Es posible entonces hablar hoy de la tradición sin caer en los habituales convencionalismos? Va siendo hora de que nos libremos de la nostalgia, de las clasificaciones estereotipadas, de arrastrar convencionalismos y errores acumulados. Estamos obligados a convertir el presente en una edad de oro y en el mejor de los tiempos posibles, debemos ser conscientes que lo que hagamos hoy es la tradición del mañana. Es necesario abandonar los manifiestos y las teorías que no dan con el quid de la cuestión, no hay teoría sobre la tradición, como no hay teoría sobre la ciudad, sólo existen tradiciones y ciudades con problemas específicos. El asunto de la tradición no es una cuestión generalizada sino una cuestión de problemas particulares, de manera que no podemos hablar de una única tradición con mayúsculas sino de tradiciones específicas, abiertas y con libertad para generarse de manera independiente. Creo que si de verdad queremos contribuir a la tradición el trabajo deberá ser desprejuiciado, carente de teoría, de dogmas, de doctrinas. Dicho de otro modo, la forma de entender la tradición debe ser más libre de lo que creemos o estamos acostumbrados a ver. Todos los intentos por describirla han podido ser necesarios en un momento, pero hoy nos dejan fríos, distantes de una realidad más compleja, no nos identificamos con ellos porque se refieren a un mundo que ya no es el nuestro. Nuestra sociedad es contradictoria como nunca antes lo había sido, se mueve entre los ideales del progreso y la conservación a ultranza de todo cuanto la rodea. Jamás una época ha sentido la necesidad de conservar a toda costa su pasado ni ser llamada a sí misma moderna. Nuestra tradición es la tradición del cambio y ese es el espíritu que mejor define nuestro tiempo, un mundo que no sabe detener la loca carrera de sus transformaciones: la invención de una locomotora contiene el germen del plano de un avión, que conduce a su vez al cohete espacial, y así sucesivamente... Sin embargo la historia no siempre es un correlato lineal de sucesos, puede orientarse en direcciones insospechadas, en ocasiones linealmente, en otras, aparentemente hacia atrás para ir hacia delante, pero también puede superponer los acontecimientos de la manera más sorprendente. La visión de una época, por ejemplo, no tiene por qué coincidir con las visiones que se tienen de la misma en otros momentos. En el Renacimiento se trataba de bárbaros a los medievales, con un cierto desprecio hacia una etapa que se consideraba más atrasada, y sin embargo, hoy día, el mundo medieval es fuente de inspiración para el arte en general; aún más, vivimos un tiempo que no es selectivo con el pasado, a nadie le molesta que lo consideren barroco, historicista o romántico, lo que muestra que nuestro tiempo es simultáneo, y esto es una idea de progreso. Uno de los aspectos más interesantes de esta época es que nos permite experimentar con la historia de una manera más libre, frente a la cultura de la tradición basada en el repertorio de figuras ya elaboradas. La historia de occidente es la historia de un permanente cambio ¿cómo relacionar los términos tradición/cambio? En principio lo que resulta llamativo de este encuentro es el excesivo abuso que se hace de los contrastes entre lo nuevo y lo viejo, remarcando sus diferencias, y el interés desmedido por la originalidad del resultado. Frente a estas posturas creo necesario el reencuentro con la historia de una manera más natural, más relajada, que nos permita asegurar su continuidad sin sobresaltos permanentes. Todas las experiencias que aquí se cuentan no son radicales, ni originales en el sentido de novedosas o diferentes, son propuestas conservadoras que aprovechan la experimentación como libertad disciplinar y nunca como una expresión de singularidad. Este modo de actuar me ha permitido distribuir de la mejor manera posible lo que hay de conocimiento abstracto en la investigación de la historia y lo sensible y afectivo por mí deseado. Lo que en esta investigación se pone de manifiesto es que la tradición para que exista requiere ser siempre imaginada, inventada en cada caso y el progreso forma inevitablemente parte de ella. A veces se piensa que la idea de progreso al referirnos a la tradición carece de lógica, pero si observamos el devenir de la historia los nuevos caminos han surgido casi siempre del encuentro con el pasado. La tradición ha estado presente en cualquier acontecimiento histórico por novedoso que hoy nos pueda parecer, incluso los periodos en los que el pensamiento ha sido más fuerte y vigoroso han necesitado de la historia para encontrarse a sí mismos en un tiempo anterior. Es la tradición de los modelos romanos y medievales la que conduce a Brunelleschi a innovar en la cúpula de Santa Maria in Fiore de Florencia; la que impulsa a Bach en los últimos años de su vida a tomar una posición aparentemente retrógrada en sus composiciones musicales, tan influyentes hoy en la música; la que induce a Schönberg a proclamar con entusiasmo la pervivencia de la música alemana "por cien años más" con el dodecafonismo; es la tradición de las naturalezas muertas la que revolucionó la pintura del s.XX con los bodegones de Picasso; y es también la revisión de los fenómenos de la física del pasado la que lleva a Einstein a una transformación de la ciencia. Paradójicamente para muchos, el encuentro con la tradición ha propiciado la innovación de la propia tradición. Pienso que el invento de la tradición podría ser algo así como llevar algo prestado o adquirido junto a algo que proviene de otro lugar; tiene que ver con la marmita donde se cuecen cosas muy diferentes, cosas que vienen de una u otra procedencia y cosas nuevas que surgen al cambiar de estado. La tradición se vuelve nueva cuando se imagina y para existir, para seguir siendo, requiere ser interpretada, su interpretación es la novedad. La tradición de lo nuevo no implica necesariamente ruptura, puede ser un modo de volver a las cosas transformándolas, ampliando su significado mediante asociaciones de distinta índole. Las tradiciones enlazadas surgen precisamente de esta manera, relacionando crecimiento y transformación, y en ellas se aprecia el principio de contigüidad como síntesis de estados diferentes. Imaginemos un lugar lleno de objetos que pudiéramos describir pormenorizadamente con todos los detalles, su historia y para qué sirven, pero el sentido de aquel lugar no comenzará hasta que el espectador tome dos, tres, varios objetos distintos y establezca una relación entre ellos en un paisaje combinado. El uso de palabras, objetos, acciones y materiales con esta idea de encuentro descubre un nuevo escenario con un nuevo lenguaje. En una carta dirigida a Sophie Volland el 20 de octubre de 1760, Diderot narra las charlas junto a la chimenea de un grupo de amigos. Al darse cuenta de que la conversación abarcaba los argumentos más dispares, reflexionó sobre la lógica interna de la conversación de la siguiente manera: "Fijaos en los rodeos que hemos dado (...) Un hombre lanza una palabra sacándola de su contexto, según se le ocurre; otro hace lo mismo, y así sucesivamente. Una sola cualidad física puede traer a las mientes de alguien una infinidad de cosas diferentes. Tomemos un color, el amarillo, por ejemplo; el oro es amarillo, la seda es amarilla, la preocupación es amarilla, la bilis es amarilla, la paja es amarilla; ¿a cuántos otros hilos se podría llegar así? La locura, el sueño, la incongruencia de la conversación consiste en pasar de un argumento a otro por el sendero de una cualidad común" (Diderot, Denis, Escritos sobre arte, edit. Siruela, 1994). Este es el principio de la contigüidad, una cremallera que enlaza las cosas más variopintas. En la tradición enlazada siempre hay cosas de uno y otro lugar, ya sean simbólicas o físicas, que aparecen de manera recurrente, como aparece en la cita el color amarillo.