Para no tener que decir: "mi hijo adolescente no quiere hablar conmigo"

Resumen

Demasiado a menudo, padres y profesores de adolescentes, manifiestan la dificultad o imposibilidad de llegar a comunicarse con éstos. Entendemos que no se debe esperar a estas edades para intentar iniciar esta comunicación, sería demasiado tarde, sino que es necesario que estos procesos se inicien desde los primeros momentos de la vida del niño. En los primeros años de vida se va a configurar el proceso evolutivo del niño (cambios físicos, psicológicos, sociales, etc.). Este proceso evolutivo ocurre en un tiempo y en un espacio concretos por lo que su correcto desarrollo dependerá de la cantidad de estímulos, atenciones, cuidados, etc., que se le presenten al niño. Para responder a esto, es muy necesaria la colaboración entre padres y profesores. Los estímulos y atenciones, tanto en el plano escolar como en el familiar, tienen que estar dirigidos hacia la consecución de un mismo objetivo: que la evolución del niño sea la adecuada y para ello es necesario establecer vínculos entre los padres y la escuela. Una educación familiar o escolar insuficiente puede generar procesos madurativos y evolutivos deficitarios, siendo éstos factores de riesgo que abonan el campo de la exclusión social. Bajo el prisma anterior, en la presente comunicación se expone una experiencia llevada a cabo hace cuatro años y que surgió de la necesidad de formar a los responsables directos de los niños, sus padres, para comprender mejor y con más profundidad cómo se desarrollan sus hijos, las características evolutivas de estas edades, cómo enfrentarse a las tan difíciles situaciones cotidianas de atenderlos en el poco tiempo con el que cuentan, aprender a paliar y compensar tantas horas en las que no están con ellos, saber establecer pautas comunes con los centros educativos y bajo los principios fundamentales de un desarrollo equilibrado y feliz. Esta experiencia consistió en la celebración de un ciclo de charlas conferencias, dirigidas a profesionales de la educación y sobre todo a padres, en ocho localidades de la provincia de Huelva, tituladas “Conocer es ayudar”. La participación fue, en la mayoría de los lugares, masiva. Los padres, otros invitados, curiosos, allegados y educadoras formaron un foro muy apreciable que dio mucho juego, sobre todo en el debate final. El guión de las conferencias giró en torno a: aspectos psicoevolutivos de los alumnos/hijos, importancia de los centros escolares, creación de una escuela de padres, pautas concretas que ayudan a educar (conocer a sus hijos e interesarse por ellos, favorecer las condiciones adecuadas de aprendizaje, animarle a aprender, fomentar su responsabilidad, favorecer en su hijo una mayor motivación interna, estimular su interés por el aprendizaje: motivarle, entre otras). Es un hecho de destacar el interés que suscitaron estos encuentros. Al final de todas las charlas, tras tres horas de diálogo permanente, se hacía unas enormes “colas” para consultar esas interminables situaciones difíciles y cotidianas, preocupaciones concretas, realizaciones anómalas de sus hijos, comportamientos complicados, situaciones familiares preocupantes. Este ciclo de conferencias “Conocer es ayudar” fue evaluado muy positivamente por todos los participantes, se demandó su ampliación al resto de localidades no contempladas inicialmente y fue el punto de partida de una mejor relación padres y educadoras. En bastantes casos, se consiguieron los objetivos fundamentales de estimularles en esta formación inicial, de participar en la educación de sus hijos de una forma adecuada y colaborativa y sobre todo, consideramos que se les despertó esa conciencia de la importancia de actuar con coherencia, implicación, dedicación y amor en algo tan importante como es la educación.